viernes, 15 de junio de 2012

Ghiggia silenció un país

Con 85 años Alcides Ghiggia hoy lucha por mantenerse en este mundo. El autor del gol que le quitó la Copa del Mundo a Brasil en el 50 sufrió un accidente automovilístico en la cercanías de Montevideo.

El accidente ha despertado preocupación en todo Uruguay, Daniel "Ruso" Pérez colgó este mensajes de ánimo en su cuenta de facebook:

El Héroe

Ghiggia era un puntero derecho rápido e incisivo, jugó en Peñarol, La Roma, el AC Milán y Danubio.

El Mundial del 50 parecía sentenciado. Los 200 mil brasileños que colmaban Maracaná antes de jugar ya celebraban. Ese torneo se definió con un grupo todos contra todos donde participaban Suecia y España también. Los uruguayos habían ganado ajustadamente por 3 a 2 a Suecia y empataron a 2 con los hispanos. Brasil, había sometido a sus rivales como en todo el torneo: 7 - 1 ante los nórdicos y 6 - 1 frente a España. Un empate le daba el título a Brasil. El ánimo mejoró aún más cuando Friaca marcó el uno a cero para los locales. Pero Uruguay lo dio vuelta con un gol de Schiaffino y otro de Gigghia cuando quedaban 11 minutos. Los brasileños no lo pudieron empatar.

El gol de Gigghia contado por el mismo.
El puntero cuenta los sentimientos encontrados que le provocó hacer ese gol, además de considerarse una de las tres personas en haber silenciado al Maracaná.



Jules Rimet, presidente de la Fifa de ese entonces dijo años después: “...Todo estaba previsto, excepto el triunfo de Uruguay. Al término del partido yo debía entregar la copa al capitán del equipo campeón. Una vistosa guardia de honor se formaría desde el túnel hasta el centro del campo de juego, donde estaría esperándome el capitán del equipo vencedor (naturalmente Brasil). Preparé mi discurso y me fui a los vestuarios pocos minutos antes de finalizar el partido (estaban empatando 1 a 1 y el empate clasificaba campeón al equipo local). Pero cuando caminaba por los pasillos se interrumpió el griterío infernal. A la salida del túnel, un silencio desolador dominaba el estadio. Ni guardia de honor, ni himno nacional, ni discurso, ni entrega solemne. Me encontré solo, con la copa en mis brazos y sin saber qué hacer. En el tumulto terminé por descubrir al capitán uruguayo, Obdulio Varela, y casi a escondidas le entregué la estatuilla de oro, estrechándole la mano y me retiré sin poder decirle una sola palabra de felicitación para su equipo... ”

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